La Cumbrecita: pueblo SLOW en la Argentina Ecología / Turismo / Turismo responsable / Viajes Responsables

Aprovechando los días de Semana Santa, y mi estancia de unos meses en Argentina, nos acercamos a la provincia de Córdoba, cuya capital se encuentra a unos 700km de Buenos Aires. Y, allí, nos esperaba una agradable sorpresa: La Cumbrecita, el único pueblo completamente peatonal de la República Argentina. Situado a 125km hacia el Sur de Córdoba Capital, por la ruta 5, su historia data de principios del siglo XX, cuando el alemán Helmut Cabjolsky, nacido en Berlín en 1892 y llegado a la Argentina con 40 años de edad, firma en Los Reartes los papeles de compra de un campo en La Cumbrecita. La primer edificación del pueblo se comenzó a construir en 1935; con el paso del tiempo, y ante el crecimiento del lugar, surge la idea de crear aquí un pueblo alpino.

La Cumbrecita se encuentra en un pequeño valle de las Sierras Grandes de Córdoba, a 1450msnm. Un paraje de casas de estilo centroeuropeo concentradas a la vera de los senderos que atraviesan el bosque. Visitar este pueblo es ingresar a un refugio de tranquilidad, donde la naturaleza y la mano del hombre han logrado mantener el equilibrio. De hecho, La Cumbrecita y sus alrededores fueron declarados Reserva Natural de Uso Múltiple (ley provincial Nª 8476), siendo el pueblo el centro de este gran ecosistema. La Cumbrecita es, además, un Pueblo Peatonal, donde no se permite el ingreso con vehículos: a unos 2km existe un gran aparcamiento donde estacionar el coche y acceder a unos minibuses de servicio público que acercan a los visitantes hasta la entrada del pueblo, por 30$ARS (unos 5€), estando todos los recorridos previstos para ser realizados a pie. Cascadas que descienden de la sierra, bosques teñidos del otoño meridional en esta época, ríos de agua cristalina y típicas construcciones alpinas son algunas de las características que definen su identidad.

La Cumbrecita, como pueblo peatonal, se convierte en el lugar ideal para realizar caminatas. Para recorrerlo, existen varias rutas de baja intensidad, accesibles a toda clase de visitantes, donde a través de caminos y senderos se pueden descubrir lugares como la Cascada Grande, escondida entre frondosas coníferas que termina en la Olla, de nueve metros de profundidad que forma un balneario natural ideal para nadar en verano o el Lago de las Truchas, donde poder refrescar los pies y sentarse al sol sobre las enormes rocas que lo rodean. Además, también encontramos rutas más largas, de entre 1 y 5 horas de recorrido, para encontrar parajes como la Cascada Escondida, el Cerro Cristal o la Gruta.


A todo este encanto, se añaden varios puntos que permiten denominar a este pueblo -de manera extraoficial, por supuesto- como slow: La Cumbrecita no dispone de cajeros automáticos, ni bancos, ni se puede pagar con tarjeta de crédito, ofrece un sistema de recogida de vidrio como de plástico prácticamente inexistente en el resto del país, ejerce de guardián del entorno pidiendo en cada momento respeto por la naturaleza, promueve la erradicación de las bolsas de materiales no degradables y cuenta con una papelera cada pocos metros, dato poco curioso en Europa pero sí extraordinario en la Argentina, donde -lamentablemente- es poco habitual encontrarlas. De hecho, uno de los puntos negativos es que, a pesar de estas medidas, restos de residuos como papeles o botellas se hacían visibles en los laterales los senderos… Un lugar para recorrer, para aprender y, por qué no, para educar a una población que a veces se olvida de sus propia maravillas.


Opiniones

  1. Alicia Oberti Says: diciembre 5, 2011 at 2:14 pm

    Me encanta La Cumbrecita,donde llego una o dos veces al año desde mi ciudad de residencia, V.Carlos Paz. Me parece muy interesante el tema de la limpieza y el cuidado del medio ambiente. La selección de residuos me inspiró para elevar próximamente una propuesta al municipio donde resido.

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