Esta semana he conocido, por fin, a un personaje peculiar que destila conocimiento por los cuatro costados. Se trata de Julio Cantos, un técnico agrónomo y permacultor, cuya especialidad es el paisajismo comestible y de conservación. Si la permacultura trabaja en el diseño de espacios y hábitats humanos sostenibles, junto con sistemas agroculturales que imiten las relaciones y los patrones de la naturaleza, los bosques comestibles probablemente supongan todo un modelo de gestión en este sentido. Con un adecuado diseño, adaptado a las condiciones del entorno en donde esté ubicado, un bosque comestible es capaz de reproducir un ecosistema agrícola que produce comida y aporta riqueza medioambiental y ecológica. Todo ello con un mantenimiento mínimo y con una proyección a largo plazo, ya que los bosques tienen ya de por sí una vida larga. Combinar árboles con arbustos y plantas da cómo resultado ecosistemas más resistentes a la erosión, las inundaciones o las sequías extremas y, a través de la permacultura, se pueden mejorar incluso los rendimientos de los sistemas naturales, buscando conexiones simbióticas que mejoren las propiedades de cada uno de los elementos y seres vivos. Los bosques comestibles son vergeles en donde se produce de todo y que, tal y cómo Julio Cantos trabaja en la actualidad, pueden suponer también una interesante figura de conservación y valorización de la biodiversidad local.
Julio pertenece a dos asociaciones que no quiero dejar de nombrar. Por un lado, a Analog Forestry Network, una entidad internacional que se centra en la forestería análoga, con un sello de calidad que garantiza tanto el origen ecológico u orgánico de las producciones, la gestión socialmente equitativa y la conservación de la biodiversidad local. Estos estándares trabajan habitualmente con productos procedentes de plantaciones forestales, pero es fácilmente aplicable a actuaciones medioambientales, como jardinería y paisajismo. Algo así como un sello que garantiza la minimización del impacto paisajístico, integrando jardinería-agricultura tradicional con la conservación de especies del hábitat nativo. La entidad decidió tomar partido ante la pérdida inminente de biodiversidad y la destrucción de los ecosistemas naturales debido a las acciones humanas. En ese contexto, la Forestería Análoga surge como una alternativa ambiental que cubre el aspecto económico y la sostenibilidad de las comunidades locales. ¿Cómo? Trabajando en los siguientes principios, sin perder de vista la estructura arquitectónica y las funciones ecológicas de los elementos del bosque:
- Observar y registrar
- Comprender y Evaluar
- Conocer el territorio
- Identificar los niveles de rendimiento
- Mapear los sistemas de flujo y reservorio (existentes y potenciales)
- Reducir el índice de energía externa en la producción
- Guiarse por el paisaje y las necesidades de sus vecinos
- Seguir la sucesión ecológica
- Utilizar los procesos ecológicos
- Valorarla Biodiversidad
- Respetarla Madurez
- Responder creativamente
Por otro lado, pertenece a la Asociación Permamed – Permacultura Mediterránea, una entidad con sede en Mallorca que promociona sistemas regenerativos, de diseño permacultural y otras herramientas para una vida mejor y más sostenible en bio-regiones Mediterráneas. Precisamente en Mallorca, donde reside desde hace más de 10 años ya, Julio trabaja en diseños de jardinería comestible de conservación, con el objetivo de poner en valor variedades autóctonas locales, por otra parte las mejores adaptadas en las condiciones del entorno, para facilitar puentes hacia la protección y conservación de la biodiversidad local. Un trabajo sin duda apasionante que seguiremos muy de cerca en Ecotumismo.
Magnífico artículo. Tenemos mucha ilusión por empezar a aprender permacultura y sobre todo el concepto de bosques comestibles nos entusiasma.
Gran descubrimiento JAvier